Pocos músicos con una carrera tan breve y.en su momento.poco documentada han generado tantos rios de tinta, homenajes, interpretaciones y revisiones de su obra como el que hoy nos ocupa, Robert Johnson. Y todo esto a partir de dos sesiones de grabación en Texas en 1936 y 1937 y una nebulosa existencia que se pierde en los polvorientos caminos del delta del Mississipi.
Dado que todo esto es muy anterior a la aparicion del formato de LP y que las ediciones originales de estas grabaciones de hicieron en singles de 78 rpm esta reseña se ocupa de la publicacion de 1961 que recopiló y sacó a la luz a su figura casi 30 años después King of the Delta Blues Singers y que fue tal éxito que obligó a columbia a editar la segunda parte en 1970. Para ser justos a día de hoy lo mejor que puedes hacer es pillar las sesiones completas que se editaron en 1990, con el original nombre de the complete recordings. Resulta irónico que fueran un gran éxito medio siglo después de su muerte cuando en vida Johnson apenas obtuvo repercusión local con alguno de sus temas, como terraplane blues.
Lo cierto es que siempre he pensado que esta dimensión mitica que ha alcanzado su figura fue creada a raiz de su descubrimiento a partir de los años 60 por las jovenes generaciones del rock. Esto no quiere decir que Johnson no sea un nombre fundamental del blues rural, continuador y depurador de la tradición de luminarias como Charlie Patton o Son House y una referencia innegable en el posterior blues urbano de Chicago, al que llegó ya de forma póstuma como parte del éxodo masivo desde las zonas del sur agrícola de Estados Unidos a los grandes centros industriales del norte mediante embajadores tan cualificados como Muddy Waters y, sobre todo, Elmore James. También está claro que varias de sus composiciones forman parte ya del repertorio básico de standards de blues y del cancionero americano en general, empezando por la omnipresente Sweet home Chicago.
Cuando se empezaron a rescatar del olvido a los grandes nombres del country blues para el gran público, mayoritariamente blanco y rockero, y algunos de ellos aparecieron trabajando en la construcción o regentando gasolineras, poco se supo de Robert Johnson, mas alla de que llevaba muerto desde 1938 sin que quedase muy claro cómo ni dónde estaba enterrado. Los pocos detalles que se conocían de su vida, el halo romántico de su fama de trotamundos y mujeriego y la fascinación que el puñado de canciones que habia dejado grabadas produjo en incipientes nuevas estrellas como Eric Clapton o Keith Richards hizo el resto. De aquí nacio el mito, adornado por la famosa leyenda del cruce de caminos, que algunos coetáneos afirmaron que realmente le correspondía a Tommy Johnson, y que no deja de ser la version afroamericana del mito de Fausto, recurrente en el mundo de la musica. Me viene ahora a la mente Nicolo Paganini a este respecto.
Ya que la música de Robert Johnson es conocida sobre todo a traves de versiones de grandes nombres como Cream y su crossroads. el love in vain de los Rolling Stones o el dust my broom de ZZ Top. por citar sólo algunos ejemplos destacados de la miriada de artistas que le han interpretado, los Kings of the Deta Blues Singers o en su defecto The Complete Recordings ofrecen la oportunidad de acudir de manera directa a la fuente y descubrir su inmenso valor, tanto histórico como artistico. Si era ya evidente su sobresaliente talento y su ductilidad como compositor, las grabaciones originales muestran su destreza como guitarrista y su valia como vocalista, con un eficaz uso del falsete que realza el dramatismo de las letras y potencia la narración.
Si a esto sumamos su habilidad como letrista, que fusiona la imaginería religiosa y sobrenatural con los juegos de palabras de carácter sexual y las reflexiones sobre la dureza de su modo de vida errante, obtenemos la quintaesencia de lo que eran los musicos del delta: maravillosos contadores de historias.
El dicho popular que afirma que lo bueno,si es breve, es dos veces bueno encaja como un guante en este caso. En apenas una hora y tres cuartos se condensa toda la obra conocida de Robert Johnson, y nada sobra. He aqui una parte fundamental de la musica popular del siglo XX. Casi nada.
Oscar García del Pomar