Que Sam Cooke es una de las figuras indispensables de la música negra en general y soul en particular es algo indiscutible. Además, su sombra es tan inmensa que proyecta mucho más allá de este ámbito particular, no sólo por su prodigiosa voz si no también por su carácter pionero, que le llevó a conseguir el control creativo y económico de su carrera. Se puede rastrear su legado incluso en géneros tan aparentemente alejados y eminentemente blancos como el A..O.R, a través de la figura de Steve Perry, el vocalista de Journey, cuyo estilo no puede entenderse sin el de Cooke. Siendo como es Perry el cantante más influyente con diferencia en este género, muestra hasta que punto se prolonga la influencia de Sam Cooke en la música popular americana posterior.
De hecho, podríamos decir que el denominado padre del soul sintetiza en una sola persona lo que fue el nacimiento y evolución de este estilo, hasta el momento de su prematura muerte con solo 33 años, en un extraño incidente en un motel. El soul es, en cierto modo, un derivado profano del gospel, y los orígenes de Cooke en el combo The Soul Stirrers son una clara muestra de este hecho. Su posterior evolución en solitario, a caballo de los 50 y los 60 corre paralela al cambio de formato físico en la industria musical y el paso de las juke box y los singles a los LPs. Así pues, si sus primeros discos son sobre todo colecciones de canciones maravillosas, con ejemplos perfectos de lo que debería ser un tema pop como “What a wonderful world” (unida posteriormente a aquella inolvidable escena de la película ” Único testigo”), “Twisting the night away” y otros muchos, sus últimas obras tienen ya la unidad estilística de obras conjuntas, mas allá de agrupaciones de temas. Esto se muestra con especial claridad en el sobrio, minimalista y orientado al blues “Night Beat”, de 1963, y se mantiene en el que seria su último LP en vida, “Ain’t that good news”. Es cierto que con anterioridad ya había editado algún álbum con esta unidad estilística, como “Tribute to the lady” de 1959, pero en ese caso se trataba de un homenaje a Billie Holliday, no del desarrollo de un concepto creativo personal.
En 1964, cuando sale editado ” Ain’ t that good news” , Sam Cooke es ya un artista maduro, que ha conseguido su libertad creativa, siendo el primer músico negro que funda su propia empresa discográfica, y que se está convirtiendo, además en una de las figuras representativas dentro del negocio musical de la lucha por los derechos civiles. Y para esto ultimo resulta fundamental un tema del disco que el tiempo ha convertido en un auténtico clásico del siglo XX ” A change is gonna come”. Más allá de que sea una reacción de Cooke al “Blowin in the wind” de Dylan o que su profunda y reflexiva letra se impregne de sus propias vivencias personales, como habérsele negado la entrada a un motel a él y su banda por ser negros o la entonces reciente muerte por ahogamiento de su hijo de dos años, o quizás, por todo esto, contiene una de las interpretaciones vocales más excepcionales por emotiva, contenida y estremecedora de un interprete fuera de serie. Pero, aparte de este autentico hito que le consagra en lo mas alto como vocalista y como compositor, el álbum ofrece mucho más: magníficos temas bailables en su línea clásica como ” Rome (wasn’ t built in a day) o “Another saturday night”, deliciosas baladas como Home (when shadows fall) o ” Fallin’ in love”, reinterpretaciones a su manera de temas populares en “Tennessee Waltz”, como en su día hiciera de “Summertime”, o vuelta a las raíces gospel y doo wop en ” Meet me at Mary’ s place”. Quizás en la segunda mitad se ralentice demasiado el tempo del disco, pero Cooke interpreta tan bien, con tanta sutileza y elegancia que se le perdona todo.
Resulta estremecedor escucharle cantar: “Oh, there been times that I thought I couldn’t last for long, but now I think I’m able, to carry on” en ” A change is gonna come” sabiendo que la muerte le esperaba meses después. Si andas buscando tener una visión global de Sam Cooke cualquier buen recopilatorio, y hay muchos, te permitirá comprobar la gran cantidad de temazos que este hombre cantó y escribió, pero si buscas el Sam Cooke en evolución y en plenitud vocal, así como intentar vislumbrar hacia donde podría haberse dirigido su inmenso talento en los años siguientes, “Ain’ t that good news” es una buena opción. Y, en cualquier caso, la trascendencia, cultural y social, y la calidad musical de “A change is gonna come” es de tal calibre que hace que solo por ella bien merezca su escucha.
Oscar G. del Pomar