Me encontré con Igor (Woodstock, Blackbird, TBO…) en la Basílica de San Pedro. Nadie dijo ¿Qué tal estás? ni ninguna otra de esas preguntas de rutina. Hablamos de discos, de libros y de pelis y con eso siempre es suficiente. En el intercambio de ráfagas me dijo lo de Santero. Me sonreí porque me hizo gracia el nombre, y también porque me llegan tantas cosas que soy consciente de que no voy a tener tiempo de escuchar todo lo que me recomiendan. Pero Igor se puso serio, y me envió un link de Wego. Y le hice caso. Se que Santero y los Muchachos pusieron ya alguna vez patas arriba el Black Bird, pero no estuvimos ahí, ahora me arrepiento. ¿Que otra cosa tendría yo que hacer ese día?
He tenido un flechazo con Cantina. Me da ganas de beber tequila y quedarme en la barra hasta que el bar haya cerrado, llorándole mis penas al camarero. Creo que es por ahí por donde he conectado con su música. Siempre he tenido borracheras tristes.
A este último le llaman dos y medio. Un discolabis de pandemia para esperar al tercer plato tras Ventura y Rioflorido. Pero quise ir a ciegas. Ahora me estoy poniendo al día. Lo mejor que te puede pasar al acabar un concierto es que tengas ganas de que vuelvan el mes que viene. Ojalá sin sillas, ojalá con birras, ojalá con batería y trompeta.
Aun así lo vivido fue muy especial. Ellos dicen que es el formato Low Cost, pero tiene su gracia. Una comunicación muy íntima y cercana. La sensación de que están tocando para ti, y no sencillamente están tocando y tú lo estás viendo. La complicidad entre ellos y con nosotros pese a las máscaras y la penumbra. El marco incomparable de Tabacalera con el prau pinao más grande de Europa como telón de fondo.
Sostener los temas desnudos, sin ninguna posibilidad de trampa, con toda la fragilidad del formato acústico, sin más empuje percusivo que el del contrabajo. Excelente trabajo de armonía vocales. Con el arropo de las palmas desacompasadas y de los coros algo desafinados del público. Pero sobre todo historias. Tal vez eso es lo que les hace más grandes, su arte para contar historias.
Entrar siendo un curioso y salir siendo un fan es una de las sensaciones más gratificantes de vivir un concierto. Les esperamos de vuelta con los brazos abiertos, intentaremos hacer lo posible para empujar hacia otro sold out desde nuestra posición radiofónica.