1 de noviembre de 2024
Con la resaca de Halloween en el cuerpo, y tras la suspensión de la programación del Escenario por los días de luto, nos dirigimos a la capital para presenciar el show de los juglares de Saurom. Era una ocasión, como decía el cantante, para dejar fuera las preocupaciones y todas las movidas que han estado pasando, y disfrutar de un par de horas de buena música.
La música la ponían ellos, mientras que el buen ambiente lo pusimos el público, llegado de distintos puntos de la comunidad. Había expectación, pues es una banda que pese a llevar casi 30 años tocando y haber hecho giras internacionales, aún no había parado en Cantabria. Hay una primera vez para todo, y aunque nos llegue tarde, recibimos con los brazos abiertos que las bandas se fijen en salas como el Escenario (y que la propia organización ponga de su parte, claro) para que lo de tener que desplazarnos a Bilbao para ver conciertos grandes empiece a ser cosa del pasado. Cuando en la previsión meteorológica de los telediarios nos pongan nuestra propia nubecita/solecito ya seremos del todo felices.
Allí se dieron cita familias que, como ya relataré, dieron el toque entrañable a la noche. También se dejaba ver algún que otro disfraz trovadoresco/princesesco, y muchas caras conocidas. Mientras el recinto se iba llenando sonaba de fondo música clásica, algo que dista mucho de como preparan el ambiente otras bandas de rock, y que resulta extraño al mezclarse los violines con el ruido de la gente pidiendo en la barra y demás, pero realmente no habíamos venido a escuchar eso. Lo que habíamos venido a escuchar vino después: tras una intro en video emulando las típicas letras de Harry Potter, empezaron con “El pájaro fantasma”, de su más reciente trabajo de estudio. Desde el principio la gente ya empezaba a saltar y corear (se ve que la música clásica previa había hecho efecto positivo).
Continuaron con “Amanecer” e “Hija de las estrellas”, del álbum “Música”. Ya pudimos ver a Narci, guitarrista rítmica, empezar a sacar que si la flauta, luego un violín, también una gaita… lo cual le da el toque verdaderamente real a esa música y auténticamente folki. Porque también cuentan con un teclista que es el que aporta la mayoría de las melodías el resto del tiempo. [Apunte friki para los nerds del equipo: usaba un teclado grande de Native Instruments, marca que nunca había visto vinculada al directo y sí más al home-studio; fin del apunte friki]. Pero no quiero dejar de reseñar la figura de Narci, bastante crucial para la banda no solo por tocar casi todos los instrumentos folkis (la mandolina la tocaba el guitarra solista), sino porque además lleva en la banda desde sus inicios. Pese a no tener una gran presencia en escena, está claro que ha sabido rodearse bien de otros músicos que destacan por eso y así ha sido capaz de llevar sus ricas ideas musicales a la práctica.
Siguiendo con el desarrollo del concierto, tocaron después “No seré yo”, quizás el tema más aclamado de su último trabajo. Con un aire más de balada, pero un tono potente, parece que es un tema que seguirá estando en su repertorio de directo. Recuperaron el tono más folki con “La leyenda de Gambrinus”, ” Músico de calle” y “El queso rodante”, canción esta última que aprovechó alguien del público para regalarles (como quien lanza un suje al escenario) un queso de verdad. La banda no podía estar más agradecida, no solo por el queso, sino en general por la buena acogida que estaban recibiendo. Lanzaban efusivos besos, sobre todo el bajista, y se les veía en los rostros.
Para “La batalla con los cueros de vino” vimos aparecer la gaita de manos de Narci e hicieron patente los ritmos de marcha, introducidos sabiamente en esta narración de una poco épica pero muy conocida escena de la literatura castellana. Entre canción y canción aprovecharon para obsequiar a una peque con una baqueta, ahondando en esa sensación familiar y entrañable de la noche. También fue una noche calurosa (aún siendo noviembre), pero eso no impidió que toda la sala saltase con “Salta” haciendo falta poca insistencia por parte de los músicos. El siguiente tema, “Mejor sin ti”, tiene unos toques de agro folk con las inevitables reminiscencias del ska, con lo que demuestran que se sienten cómodos en todo el amplio espectro musical que abarca una categoría tan grande como folk rock.
En “Soñando contigo” el protagonismo lo tomó por un momento la teatralidad del juego de luces, así que aprovecharé para destacar que por la parte técnica el concierto también fue perfecto. Tenían de fondo una serie de clips animados o videos cortitos acorde a cada canción, el de esta canción era especialmente cuqui (si se me permite la expresión); pero en otros claramente priorizaban la parte musical y eran menos elaborados. Durante “Cuando nadie nos ve”, el tema más suave que tocaron, sacó Narci todavía otra flauta más.
Bajaron un momento del escenario para dar pie a una intro más larga, la de “El monte de las ánimas”, un tema largo, pero no por ello más aburrido, pues combina distintas partes bastante más heavys. Siguieron con “La llorona”, extraída de su último disco, que además han tenido la oportunidad de presentar allí en México en un concierto que también han publicado. Obviamente los sonidillos del teclado ahora emulaban trompetas cual mariachis y fue un tema bastante coreado. A continuación, temas más clásicos de su discografía: “La musa y el espíritu”, “Lazarillo de Tormes” y “El carnaval del Diablo”. Ya se atisbaba el final del show, pero quedaban aún buenos temas que escuchar y bailar sobre todo. Me refiero a “El círculo juglar”, en el que animan (sin que sea muy necesario) a que se abra una especie de circle pit, pero siempre respetando los aires familiares y entrañables de la velada, por supuesto. Me extrañó ver tan cerca del final un tema del disco más reciente, “Fuego”, pero la verdad que funcionó muy bien.
Para cerrar, dos temas archiconocidos de la banda: “Noche de Halloween”, que seguramente habrá sido más épica la noche antes en el concierto que dieron en Sevilla (por lo de celebrarse esa festividad concretamente); y finalmente “La taberna”, para el que aprovecharon y subieron a varios niños con sus papis o sin ellos al escenario para que disfrutasen (o al menos viviesen) el concierto desde esa perspectiva ante el júbilo de la gente, que sabía que lo tenía que dar ya todo. También quiero resaltar que los músicos se quedaron un buen rato después firmando los variados artículos que tenían en el merchan o simplemente saludando y hablando con los fans, lo cual les engrandece.
Tendré que cumplir yo también con los fanses y dejar puestos los mateítos de nota, y además con recomendación: 57 como 57 bandas tocan en el compilatorio que sacaron por su 25 aniversario (Mester de juglaría) y muestran la buena salud que goza esta música; además diré que por su próximo 30 aniversario planean sacar un disco titulado “El Principito” y lo presentaran por todo lo alto en marzo en Madrid y, si cumplen con lo que dijeron, también volverán a Cantabria.
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Texto: Mateo Domingo
Fotografías: Maya C. Cañestro