AMERICAN MUSIC SAVED HER LIFE: La gira de Slim Cessna y su autoclub nos ha pasado bien cerca y Arantxa Cobo se ha acercado a las fechas de Santander y Bilbao. En el siguiente texto os cuenta toda la experiencia.
No voy a relatar aquí una enumeración de los temas que esta banda de Denver que estaba en boca de todos la semana pasada han tocado, si lo han hecho mejor o peor o qué canción fue la última. No es mi estilo de crónica, y no voy a empezar a ser correcta a a estas alturas… mejor os cuento una historia:
Los descubrí tarde, un domingo a punto de volver a casa del trabajo un amigo me recordó que tenía entradas para el Festival CuVa de 2012. Una corazonada, y el haber oído maravillas de sus anteriores directos en mi ciudad (del concierto de mayo de 2011 en la sala Black Bird se estuvo hablando durante meses) me espabilaron para no perdérmelo en una época en que retirarme a casa comenzó a ser la alternativa elegida el 90% de las veces, en vez de salir a socializar. Fue una de las mejores decisiones que he tomado. Me fui sola a Bilbao para verlos en la sala Antzokia unos días más tarde, volví con mi amigo Maxi en el coche y definitivamente me convertí a su religión.
Porque de eso va todo esto: de religión, de crítica desde adentro, de visceralidad de una manera mucho más sutil a la que no estamos acostumbrados, de culpa y perdón, de vida de pueblo en la América profunda. Me cautivaron las historias sobre cruces de sangre entre hermanos, sobre enterrar cadáveres en el granero y matar a hijos retrasados para salvar las líneas de sangre; conozco demasiadas historias cercanas similares (siempre han sido mis favoritas), al fin y al cabo, estas cosas pasan en todo el mundo, sólo cambia el clima y el idioma.
De lo que no tenía ni la más mínima idea cuando entré a formar parte de lo que el grupo llama “The good people” es de hasta dónde puedes llegar cuando algo sale directamente del corazón. Entendí muchas cosas cuando un grupo como ellos, con un directo apisonador, capaz de poner de rodillas a una sala entera, comienza a recoger sus propios instrumentos, te atiende con exquisita educación y muestra un agradecimiento digno de la devoción de sus seguidores.
Organicé mis siguientes vacaciones en torno a su concierto de fin de gira en Londres y me sentí realmente cercana a ellos cuando Slim Cessna me saludó en el Borderline pre concierto (yo fui sola, como siempre, con mi sonrisa en la cara como única arma social) como a una de la familia y escuchó las habituales brasas que los fans solemos dar con una sonrisa en la cara. Lord Dwight Pentacost, el guitarrista, me presentó a su chica (www.crowned.org, una genial artista plástica) y al final me vi el concierto con ella, fan de Siouxie como yo. Al acabar pasé a saludarlos uno por uno y sentí lo mismo que las anteriores veces; cercanía, trabajo duro y pasión por lo que hacían. Cuando algo sale del corazón, va directo al corazón, eso que me quedó claro.
La historia de esta gira es fácil; sabía que iba a ver al menos dos fechas así que, haciendo caso a una de mis corazonadas, ofrecí en el grupo de Facebook en el que nos juntamos mi casa a quien quisiera venir a verles y pasar un buen rato. Me contestó una chica del norte de Francia, preguntándome si me importaría acoger a tres en su casa, a lo que dije que mi casa era su casa. Así que el viernes fui a buscar al aeropuerto a unos completos desconocidos con una tranquilidad digna de un tarado. Según les vi aparecer supe que no me había equivocado. El resto es historia. Asistimos al concierto de Santander, hablamos con ellos, entre fotos y abrazos de viejos amigos, nos enteramos de que les habían robado el equipaje en Francia y llevaban una semana rodando con lo puesto, pero nos lo contaban con esa sonrisa en la cara de… “estas cosas pasan, qué le vamos a hacer; lo importante es aquí y ahora”. El sábado en Bilbao vimos que la cosa se presentaba épica. La banda estaba pletórica, era el fin de gira y la sala era más cercana y adecuada para su tipo de directo: cercano y crudo.
Un segundo antes de comenzar el concierto, una chica a mis espaldas comentaba que la música cura. No recuerdo el contexto, oí sólo esas dos palabras y comenzaron los primeros acordes de “Americadio”. No tengo reparos en confesar que según iba avanzando el concierto me fui sintiendo más y más vulnerable, hasta notar que no podía reprimir las lágrimas (This is how we do things in the country). ¿Alguna vez habéis sentido la curación desde dentro? ¿Ese momento en que por fin estallas y te vacías de todas las cosas malas que te han ido pasando y notas la renovación desde dentro y Sabes, SABES, que es gracias a algo que estás viendo, algo que estás oyendo, algo que estás sintiendo? Si nunca os ha pasado no seré yo quien pueda explicarlo, porque aún estoy intentando digerirlo, pero supongo que si vais a la wikipedia y buscáis sobre el síndrome de Stendhal encontraréis algo similar a lo que quiero explicar.
Esto no va de sólo música; esto va de honestidad, hermanamiento, humanidad, compañerismo, agradecimiento. Esto va de ser fiel a lo que haces, sientes y ofreces, de que las fronteras son invisibles cuando quieres destruirlas. Esto es ser auténtico. No hay nada comparable a ser VERDAD.
Desde lo más profundo de mi corazón, Larga vida al Auto Club!!!
Crónica por Arantxa Cobo, fotos por Arantxa Cobo.