Salió bien!
El Santander Summer Fest ha sido un exito de asistencia y organización. Ahora todos cruzamos los dedos para que este tipo de eventos puedan tener continuidad en nuestra región.
Fuimos este fin de semana al Santander Summer Festival expectantes, sin saber muy bien qué nos íbamos a encontrar en cuanto a organización, ya que era la primera edición del festival. Llegamos el viernes a mediodía, y la primera sensación fue de zona de acampada pequeña. Nos habían montado la tienda a las 7:30 de la mañana, y menos mal, porque cuando llegamos ya había poca zona libre (hubo bastante gente que pasó allí la noche del jueves). El césped perfecto, mullido y abundante.
La organización de zonas estaba bastante bien distribuida, acampada anexa a la zona de conciertos, y con un paisaje envidiable que estoy seguro de que hizo las delicias de los asistentes “de interior”, ya que desde la tienda, además de ver el escenario, podíamos observar tanto los acantilados como el mar. Tres zonas de música principales: Carpa Pop (donde se hicieron los tres primeros conciertos de cada día y algunos DJ’s al final de la noche, un gran acierto ya que estaba a la sombra, si no hubiese estado cubierta hubiese sido un auténtico infierno), escenario principal y carpa Techno.
En cuanto a las colas, hay que decir que sí que hubo, pero asequibles: no creo que esperar 5 minutos por ir al baño o ducha, o 10 por conseguir tickets y bebida sea demasiado.
Entremos en lo puramente musical: llegábamos tras una semana dura de trabajo, por lo cual nos vimos obligados a tener que ser un poco selectivos con lo que queríamos ver, ya que difícilmente podríamos aguantar verlo todo de forma exitosa. El festival tenía dos vertientes muy diferenciadas, por un lado el noise-pop-rock y por otro lado la música electrónica. Debido a nuestros gustos, centramos nuestra asistencia hacia el primer tipo.
El primer concierto que vimos fue el del Columpio Asesino: como esperábamos tras haberles visto en el concierto de presentación del festival, no nos defraudaron. Un show corto e intenso marca de la casa (de la última parte de sus composiciones y tendencias), y la esperada versión de “Vamos” de los Pixies. No pudimos disfrutar de un gran sonido, pero sí dentro de lo asumible.
Seguidamente aparecieron Maga en el escenario, puntuales. Iba con muchas expectativas puestas en ellos, y lo cierto es que el comienzo fue algo desalentador: para mi gusto, demasiadas bases grabadas, y un repertorio demasiado lento, si bien fueron correctamente llevadas, sobre todo por el sensacional gusto de su batería y los perfectos falsetes siempre milimétricamente afinados de su cantante.
Le tocaba el turno a Ocean Colour Scene, quienes inauguraron el escenario grande del festival. Realizaron un concierto bastante interesante, recordando buena parte de sus éxitos, aunque dejasen alguno en el tintero que tenía especiales ganas de escuchar por diversas circunstancias. En general sonaron muy bien, compactos, y el adjetivo extra que me viene para su actuación es “puro”.
Morcheeba es uno de los grupos a los que no pudimos prestar demasiada atención, si bien el comentario general era de acierto con su nueva cantante en el rol del directo, y una interpretación más que correcta.
Tras ellos, la gran sorpresa de la noche: The Faint. Divertidísimo grupo para cuya definición citaré palabras textuales del libreto de la organización: “Unos chicos Punk haciéndose pasar por New Order en una fiesta electroclash”. Tal cual, llenos de energía y melodías bailables que te llevaban solas hacia el centro del concierto, flanqueados por una muy acertada exposición de imágenes en las pantallas situadas a los laterales del escenario.
El punto final del escenario principal lo pusieron Chemical Brothers, quienes contaron con una muy buena puesta en escena de imágenes y, sobre todo, luces.
Todo esto dejaba paso a la zona de las carpas de nuevo, donde comenzaban los DJ’s, a quienes renunciamos para “descansar” en la zona de acampada.
El segundo día comenzaba más duro que el anterior, con un intenso sol y calor, viendo a Sterlin. Grupo muy a tener en cuenta dentro de la escena pop indie de nuestro país (con componentes de Sunflowers y el batería de Sexy Sadie, aunque en esta ocasión no tocó), música muy correcta y una estupenda voz.
The Fever tampoco defraudaron, como ya esperábamos tras haberles visto en la fiesta de presentación en la sala D’manu, y donde pensamos: “estos con un sonido más decente, mucho mejor”, y así fue: la carpa POP nunca llegó a sonar del todo bien, pero suficiente para darnos cuenta de cómo son capaces de montárselo esta gente.
Tocaba volver al escenario grande para disfrutar con Manta Ray: es complicadísimo que un grupo como los asturianos consiga transmitir su música en un sitio tan grande, a las 7 de la tarde. Un nuevo formato de 4 músicos, que hicieron una actuación correcta, tocando temas de sus dos últimos discos, creo que sin excepción. El recurso fundamental de Manta Ray es el cambio de intensidades y colores, y eso en un sitio tan grande se pierde un poco, de ahí que costase entrar en situación. Sin embargo, tuvieron momentos muy buenos, que me pusieron los pelos de punta.
A los Planetas les tenía mucho miedo, habíamos estado escuchando su prueba de sonido para comprobar que el repertorio iba a ser “duro”, y me explico: tocaron cinco canciones completas, lentas, de su último disco, y no demasiado bien, la verdad. Así que esperamos allí su concierto sin demasiadas esperanzas. La primera mitad fue tal y como esperábamos, basado en su último LP y de la que podemos destacar “Corrientes Circulares” como mejor momento. Pero a partir de ahí todo cambió, comenzaron a tocar algunos de sus éxitos, como Segundo Premio o De viaje, haciendo saltar a las miles de personas que allí se congregaban, para volver a hacer un bis con “La Caja del Diablo” de forma sensacional.
Llegaba el momento que esperábamos con más ganas de todo el festival, mis idolatrados Sonic Youth. Las posibilidades de ser imparcial con este grupo para mí son bien pocas. Salieron dispuestos a hacer de las suyas, y como muestra, a la tercera canción ya estaba Thruston Moore volteando y maltratando su Jazzmaster como si de un lazo de rodeo se tratase contra la lona lateral del escenario y bajando al público. Una selección de temas muy personal, sin muchos de sus “grandes éxitos”, pero no por ello perdiendo su sello ni personalidad. Un punto en contra fue el no demasiado volumen del sonido, pero aun así consiguieron convencernos de su peculiar y original concepto musical, muy intenso y vital.
Ahí comenzó para nosotros el final del festival, extenuados por el calor y la larga jornada, que concluyó con unos Rinocerose muy centrados arriesgados y dinámicos y algún acercamiento a las carpas dance.
Como apuntes negativos, el alto precio de bebida y comida dentro del festival (6 euros el cachi de cerveza, 7 el de calimocho y 4 un bocadillo) y la no permisividad de la organización para meter ni siquiera botellines de agua al recinto (aunque de forma “ilegal” se podían colar ya que los registros no eran demasiado exhaustivos).
En definitiva un festival con dos vertientes bastante diferenciadas, según la prensa unas 15000 personas de asistencia, con un buen ambiente y que esperemos que sea el comienzo de una tradición.
Crónica por Hector, fotos por Elina.