La Quebrantada decidió contar para sus fiestas con The Northern Rocket, por desgracia sólo pudimos disfrutar de medio concierto ya que una impresionante aguacero terminó de golpe con la posibilidad de continuar.
Hace tiempo que pienso que los barrios pequeños tienen la clave de cómo organizar unas buenas fiestas y que los grandes deberían de mirar un poco hacia abajo para copiarles la estructura. Pongamos como ejemplo lo que pasó ayer en Pepín del Río Gatóo; una banda, una pequeña P.A. la terraza del bar más cercano despachando cervezas a tutiplén y Rock and fucking Roll. ¿Quién puede soñar con más?
Ya hemos hablado por aquí de The Northern Rocket, la banda que recogió el testigo de los extintos King Size Co. completándose con un segundo guitarrista procedente de los míticos The Gallinons y un bajista al que todos ubicaréis más rápido en La Burla, aunque se ha curtido en mil batallas también con otras muchas bandas, desde Los Paralítikos hasta Luz Oddey & Co. por poner sólo dos ejemplos.
THE NORTHERN ROCKET
Publiée par Noche de Rock sur Samedi 8 juillet 2017
Ofrecen un Rock posado y elegante, manteniendo sus influencias sureñas y llevándolas un pasito más allá, tal vez dejando de lado los momentos un poco más adrenalínicos, pero ofreciendo a cambio ritmos que te llevan el pié y la cabeza y un muy buen hacer por parte de sus dos guitarristas. Se deja notar que el núcleo es muy sólido y que las incorporaciones son “de casa” por la comunión irresquebrajable del conjunto. Tengo entendido que un primer disco está en camino así que estaremos pendientes a sus evoluciones.
Por desgracia cuando el bolo había despegado y estábamos todos disfrutando del vuelo hubo que terminar de manera abrupta en mitad de un solo de armónica. Coitus interruptus. Alguien gritó agua y por una vez no era la poli. Si Rammstein presumen de fuego, en Cantabria nos sobra de esto otro. Cierto es que en Woodstock la gente no se amilanaba ante la probabilidad de electocutarse en público, pero eran tiempos más locos y la vida de un músico no se valoraba tanto. Tal vez para otra habrá que resignarse a hacerlo bajo carpa, aunque estemos en el puto mes de julio. Eso sí, les vi muy ágiles con los plásticos cubriendo el equipo; sabe más el diablo por viejo.
Parece que unos siete temas se quedaron en un tintero que guardaba varias sorpresas en forma de versión, una pena. Me pasa como a Seldon Cooper, llevo fatal lo de los puntos suspensivos, así que espero poder reencontrarles pronto y darle a esta velada el final que merecía. También espero que los vecinos de este barrio sean conscientes del éxito de esta iniciativa y nos sigan ofreciendo buena música a pie de calle durante muchos años.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.