The Stooges son los padres de todo aquello a lo que puedas llamar punk rock. El gran Iggy Pop fue batería en su juventud, pero después de visitar los clubes de jazz de Chicago y presenciar una actuación de The Doors en un instituto de Detroit quedó prendado de la idea de el caos, la rebeldía y la improvisación. Así nació su concepto para la música de The Stooges.
“Aquellos tipos negros eran buenos músicos, pero eran demasiado viejos y alcohólicos para conservar la mente despejada. Se comportaban como niños. Ver aquello fue lo más fantástico que pudo pasarme. Nunca volví a tocar la batería después de aquello. Me fumé mi primer porro al lado del río y decidí que no quería trabajar para nadie, que quería estar al frente”. (Iggy Pop)
A la hora de grabar “Fun House” los hermanos Asheton, el bajista Dave Alexander y el saxofonista Steven Mackay siguieron las alocadas instrucciones de Iggy Pop y el productor Don Gallucci y crearon un sonido nunca antes escuchado. El álbum es una apisonadora sónica a medio camino entre en rock de tres acordes, el free jazz y el teatro de lo absurdo.
El traqueteante ritmo inicial de “Down On The Street” abre el disco y te arrastra poco a poco hasta que los guitarrazos y la distorsión de la guitarra de Ron Asheton hacen estallar todo en mil pedazos.
El impresionante bajo de Dave Alexander y el metrónomo Scott Asheton mantienen el tempo mientras Ron se deja llevar por la distorsión y nos brinda mil y una sonoridades alucinantes.
La muralla de sonido de “Tv Eye” nos sumerge un poquito más en esta locura sonora mientras Iggy nos habla del placer que supone observar a las chicas mientras se lo montan con tu mejor amigo.
“Dirt” es la calma entre tanta tempestad. Un blues bastardo que invita a calentar la cuchara o a vaciar la botella. Iggy nos habla de lo que supone estar enganchado al caballo y encontrarse sucio pero a gustito. “1970” es ideal para salir de fiesta sin rumbo fijo o levantarte de resaca y comenzar la fiesta de nuevo. El salvajismo de este álbum no cuajo bien entre una generación que se estaba recuperando del verano del amor y la locura de Altamont y el álbum apenas se vendió. Pero Iggy y sus secuaces crearon un pandemónium sonoro aterrador y atemporal, el disco ideal para ir en busca de la autodestrucción. Precursor de todo lo que vino después, de los Ramones a los Sex Pistols.
“Cuando grabé “Fun House”, allá por los 70, nadie quería entrevistarme….era maravilloso”. (Iggy Pop)
Nacho García Álvarez