Considerado uno de los textos fundadores del feminismo moderno, Una habitación propia (1929) puso en circulación ideas como la importancia de la independencia económica de la mujer y la necesidad de refutar su representación histórica en calidad de pura musa del artista. La célebre sentencia que le da título, «Una mujer debe tener dinero y una habitación propia si va a escribir ficción», sigue resonando en nuestro tiempo y llamando a vincular lo personal y lo político.
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