Veraneaba en la casa de mis abuelos, uno de esos pueblos de Castilla en los que si querías llamar por teléfono tenías que irte a la casa del único vecino que tenía. Estaba el bar de arriba, el bar de abajo, la tienda, el frontón, la iglesia y la plaza; no veas que plan. Aun así recuerdo aquellos veranos con cariño y especialmente aquel, cuando la amiga del pueblo de mi hermana mayor pasó a ser mi amiga, y puso en mis manos un puñado de revistas RIP viejas y la colección de discos grabados que me arregló el mes y marcó mis siguientes años. Tuvimos que hacer una escapada express a Zamora a por cassettes, por cierto, porque en el pueblo de eso no vendían. Mi amiga Guada, estaba ya metida en el Grunge, la jodía no ser chico por no poderse dejar perilla y no le gustaban las muñecas Barbie, como Helloween o Iron Maiden, aunque me pasó el Monkey Business de Skid Row. En el viaje de vuelta torturé a mi familia con el primero en solitario de Izzy Stradlin, con el Dirt de Alice in Chains y con el que hoy nos ocupa.
The Last Command había llegado concretamente en el 85, tras su exitoso y controvertido debut y después de que la banda participase en la peli de fantasía de serie B The Dungeonmaster (El Amo del Calabozo, basada en el universo D&D). Contieniendo algunos de sus temas más reconocidos como “Wild Child” o “Blind in Texas” y otros también memorables como “Fistful of Diamonds” o la misma “The Last Command”. Con un heavy metal áspero y agresivo (teniendo en cuenta la época), pero también muy melódico y muy centrado en las líneas de voz de Blackie, que han conseguido que sus estribillos perduren inmutables les vengan encima los años que les vengan.
La formación incluía por primera vez al batería Steve Riley que les acompañaría hasta su directo del 87, y por última a Randy Piper, cerrando así su primera etapa y consiguiendo un millón de copias vendidas. El éxito, el exceso y el cansancio les pasó factura e inmediatamente después facturaron un disco mucho más flojo titulado “Inside the Electric Circus” que aun así consiguió a rebufo bastante éxito en USA y en Europa y propulsó una gira como teloneros de Iron Maiden en la época del Somewhere in Time, con quienes mantenían relación gracias a que precisamente Rod Smallwood, manager de Maiden en los ochenta fue quien sacó a W.A.S.P. de los antros para llevarlos a las orejas del gran público.
Ha pasado el tiempo y seguramente veríamos sus historias con otros ojos, el desfile de modelos enjauladas y semidesnudas, la sangre falsa bebida en calavera, las vísceras sobre el público, todo aquello en los ochenta era áltamente provocador y por lo tanto muy atractivo para todos nosotros. Chris Holmes y Blackie Lawless se conocieron a través de un anuncio en la sección de mercadillo de una revista porno; Llevaban como nombre “Somos unos pervertidos sexuales” así que no es de extrañar que el primer sencillo del grupo llevase por nombre Fuck Like a Beast y tampoco es de extrañar que W.A.S.P. fuese uno de los grupos señalados por el dedo acusador de Tipper Gore en su lista de canciones sucias.
Como fuese, juzgado en su contexto, o traido a la época actual The Last Command incluye una gran colección de canciones y es uno de los discos que nos hizo grande su estilo y que nos hizo amar con pasión esta música.
Comentario por Oskar Sánchez