COQUILLAS, WHISKEY, HERMANDAD
Y HEAVY METAL
Con esas cuatro palabras podría intentar transmitir de forma muy básica cómo fue la XI edición del Heavy Metal Espectros.
Pero lo vivido en La Nave de Puentetocinos (Murcia), fue mucho más allá de eso. Para quien no lo sepa, Heavy Metal Espectros es una asociación que nació en 2006 con la intención de promover el metal “old school” en la región de Murcia. Aparte de los eventos que organizan durante todo el año, en febrero realizan un festival que con esfuerzo y dedicación se va haciendo cada vez más grande. Este año el cartel lo componían Wastëland Riders (Madrid), Vultures Vengeance (Italia), Antichrist (Suecia), Midless Sinner (Suecia), y Oz (Finlandia). Ya en la fiesta previa del día anterior, el lleno casi hasta los topes de “La Boca del Lobo” auguraba un gran ambiente para el festival. Parte de las bandas habían hecho acto de presencia para compartir un rato con organizadores, socios y asistentes al evento que venían de todas partes de España.
Y es que asistir a este tipo de festivales de metal underground no es solo ver un puñado de grupos y ya, si no que es también la excusa perfecta para reencontrarte con todos esos colegas que haces en festivales y conciertos por toda España, y a los que ves unas pocas veces al año en saraos como este. Sin ir más lejos, allí estaban varios socios del Pounding (la asociación de Heavy Metal de Madrid), del South Bangers (Málaga) y de Metalmería entre otros, apoyando a sus hermanos murcianos. Y es que en un país que denuesta tanto la cultura musical como España y donde el pastel se lo reparten las cuatro grandes promotoras de siempre, la hermandad es clave para que este tipo de proyectos siga adelante. Si no fuera por asociaciones como esta (por suerte, tenemos varias a lo largo y ancho del país), nuestras opciones para ver bandas de este calibre serían prácticamente nulas.
El sábado acudimos bien pronto al centro municipal “La Nave”, la sala donde se celebraba el festival, ya que la hora de comienzo prevista estaba calculada para las 16.30 hrs. Al llegar, lo primero que vi fue a algunos miembros de los grupos suecos disfrutando de un baño de sol, con sus sillas colocadas en fila frente a la puerta de la sala. ¡Una escena realmente simpática!. Poco antes de las 17.00, saltaban sobre las tablas los Wastëland Riders, dispuestos a rompernos el cuello con su speed/black macarra inspirado en el sonido de bandas como Bathory, Venom y Motörhead. Abrieron con “Post Nuclear Scum” canción de su nuevo disco “Death Arrives”, que verá la luz el mes que viene y el cuál tocaron íntegro. Estos temas que nos presentaron en primicia, os alternaron con su EP “Speed Rock & Roll” (2016), del que no faltaron trallazos como “Seven Nations Army”, “Headbanger Bitch”, “Fire” o “You Will Die”. Como buenos deudores de Lemmy, nos regalaron una versión combinada de “Bomber” y “The Hammer”. E inmediatamente después, invitaron al público a subirse con ellos al escenario para beber una botella de Jack Daniel’s al ritmo de “Whiskey Time Rock & Roll”, ¡sin duda uno de los momentos más locos de todo el festival! No podían despedirse sin tocar su hímnica “Wastëland Riders”, poniendo el broche final a un concierto de diez, y en el cuál se pudo ver al público totalmente entregado pese a ser primera hora.Tras esto llegaba el turno de Vultures Vengeance, el grupo al que menos controlado tenía del festival, pero cuyas pintas en la fiesta del día anterior ya me habían llamado la atención. Venidos desde Italia, no pudieron traer sus instrumentos, por lo que tuvieron que utilizar los prestados amablemente por Wastëland Riders. Saltaron sobre el escenario ataviados con mallas y coquillas llenas de tachuelas al más puro estilo de Manowar y Thor, cabellos rizados con flequillo incluidos. Viendo esto, la cosa prometía, y no defraudaron en absoluto. Practican un estilo a caballo entre el heavy épico de Heavy Load o de Running Wild y el speed metal clásico, destacando especialmente la labor del guitarra solista, que pese a su juventud tiene una técnica envidiable y supo cómo meterse al público en el bolsillo. Tocaron temas de su demo “Rising” (2015), y del EP “Where the Time Dwelt In” (2016), único material que tienen hasta la fecha. Para mí, fueron sin duda el descubrimiento del festival y es un grupo a tener en cuenta a partir de ahora.
Sin apenas descanso comenzó el concierto de los suecos Antichrist: thrash guarro, clásico, y zapatillero con toques de speed. Sobre las tablas, un torbellino de cinco cabelleras rubias marcaba el ritmo endiablado a cuyo son se movía el mosh pit formado frente al escenario. Abrieron con “The Black Faraoh”, de su últimodisco “Sinful Birth” (2017), centrando el setlist principalmente en este y en su otro largo “Forbidden World” de 2011. Cayeron temas como “Sign of the Beast”, “Torment in Hell”, “Fall of The Temple of Salomon”, o “Victims of the Blade”. Para finalizar nos regalaron un tema de su primera demo titulado “Coven of Evil”. Se despidieron dejándonos con ganas de más pese a que estábamos realmente exhaustos después de la intensa caña que nos habían dado. Sin duda, el mejor concierto de thrash que he visto en los últimos años, y una de las pocas bandas que siguen fieles al estilo clásico dentro de toda esta nueva ola de thrash que está tan de moda. Botellín de agua en mano, volví a la primera fila para disfrutar más tranquilamente de Mindless Sinner, ¡pero eso es imposible si abren con “We Go Together”! Puños en alto, headbanging a muerte y todo el público coreando la canción. Aunque nos quedase poca energía, había que sacarla de donde fuera y darlo todo. Continuaron con “I’m Gonna (Have Some Fun)” y “Turn On The Power”, pertenecientes todas a su discodel 86 titulado como esta última canción, y que interpretaron casi íntegro para goce de todos los fans. También pudimos disfrutar al completo de su primer Ep “Master of Evil” (1983). Dejaron en el olvido su “Missin’ Pieces” del 89, disco que supuso un giro en el sonido de la banda con un estilo más orientado al hard rock melódico. No fue hasta 2015 que volvieron con su sonido clásico en “The New Messiah”, álbum del que cayeron temas como el homónimo, “Men of Steel” o “Follow Your Path”, que sonaron tremendos. Una cosa de agradecer es que la formación de Mindless Sinner contaba con todos los miembros originales (el menos antiguo era el bajista, que se incorporó en el 86), y que a día de hoy es prácticamente imposible en bandas legendarias. Pero sin duda lo mejor de todo fue el envidiable estado de forma de todos sus miembros, destacando soberanamente la voz de Christer Göransson, que clavó todos los temas y en todo momento interactuó con las primeras filas del público. Para mi gusto, este fue el momento álgido del festival, donde se pudo ver a todo el mundo disfrutar frente al buen saber hacer de una banda clásica.
El plato fuerte de la noche llegaba con Oz, una banda referente dentro del heavy metal underground europeo. Cuando vi el anuncio del festival casi me caigo de la silla de la emoción. Apenas había oído hablar de ellos en los últimos años, e ilusa de mí, esperaba que siguieran tal y como en los 80. Pero como comentaba antes, en bandas de este tipo es muy difícil que eso se cumpla. A día de hoy, el único miembro original que queda es Mark Ruffneck, el batería, y el sonido actual de la banda dista bastante de ser el que era. Muchas veces ocurre que aunque una banda cambie casi completamente de formación sigue manteniendo la esencia de lo que fue (véase el caso de Cloven Hoof, por ejemplo), pero a mi juicio eso no ha pasado con Oz. Todos los integrantes son muy buenos, y Vince Kojvula, el nuevo y joven cantante, tiene una voz envidiable: limpia, aguda y potente. No en vano viene de un grupo de sleaze llamado Rust n’ Rage, pero le faltan la garra y la crudeza de Ape de Martini. Aunque casi la mitad del setlist se basó en el mítico “Fire in the Brain” del 83, las canciones sonaban tan distintas que no conseguían enganchar. Recordaron el “III Warning” con la canción homónima, y tocaron temas de su disco anterior (y último con Ape) como “Burning Leather” o “Dominator”. También presentaron su último disco “Transition State” (2017) con temas como “Restless” o “Bone Crusher” (cuyo videoclip ya me preparó para lo que iba a ver sobre el escenario). Cerraron con tres temazos clásicos: “Fire in The Brain” “Search Lights” y “Stop Believin’”, que ayudaron a calentar a aquellos a los que su actuación nos había dejado algo fríos.
Lo cierto es que durante todo el concierto tuve la sensación de estar viendo a otra banda distinta de Oz, o al menos de lo que Oz era para mí. Tampoco ayudó mucho el hecho de que cada integrante llevase unas pintas totalmente distintas al resto. Mientras el guitarrista más joven parecía el perfecto fan de Guns and Roses, con su bandana y botas camperas (toca también en la banda de sleaze de Kojvula), el otro guitarrista, de mediana edad, llevaba un estilo pseudo gótico con los ojos pintados a lo Tom Warrior y New Rock incluidas. Parecerá una tontería, pero considero que la puesta en escena es importante, o que por lo menos la estética general de la banda debería tender a ser neutra si no se quiere buscar un estilo determinado, para evitar que nadie desentone. Pese a que Oz no terminaron de convencerme del todo, no así fue con el resto de grupos que participaron en el festival. Tanto los más jóvenes, como los veteranos Mindless Sinner dieron unos bolazos increíbles. Especialmente estos últimos, que consiguieron levantar a toda la audiencia. Los carteles del Heavy Metal Espectros nunca defraudan, y espero seguir viéndolos crecer por muchos años más.
Ha sido una experiencia única, tanto en el aspecto musical como en el humano. Sobre todo por el hecho de ver cómo funciona la asociación desde dentro y ser consciente de todo el currazo que se pegaron ese día (aparte del trabajo de muchos meses atrás), para que todo saliera a pedir de boca y pudiéramos disfrutar de este festival. Un placer ver reunidos por una misma razón a gente de sitios tan lejanos como Barcelona, Galicia, País Vasco, Madrid, o Andalucía. Chapó por todos vosotros, por los que apoyáis este tipo de eventos y por los que trabajáis para que se hagan realidad.
Crónica y fotos by Lía Lawless.