El Vidiago se ha hecho mayor este año. Son muchos ya de buen trabajo y poco a poco van llamando la atención entre más gente, la voz se corre, los grupos hablan maravillas y el público ya sabe que allí se va a ver buenos conciertos, pero también a comer y beber como sólo se come y se bebe en Asturies. Trece años, el inicio de la adolescencia, parece un buen momento para salir a dar una vuelta fuera del pueblo y conocer mundo, así, con el nombre del suyo por bandera se han decidido a conquistar Llanes. El salto en cuanto a infraestructuras es muy grande, y la enorme campa nos deja entrever grandes aspiraciones para un festival que puede alojar a bastante más gente en próximas ediciones, incluso sin abandonar el formato que más nos gusta; un escenario y espacio central y protagonista para todas y cada una de las bandas.
Publiée par Festival Vidiago Rock sur Mardi 17 avril 2018
Despues de hacer el check en nuestra pensión, llegamos al recinto con Chivo ya sobre el escenario, que habían empezado puntualísimos. Les conocemos hace ya ocho o diez años, pero la verdad es que aun no me había coincidido verles en directo. El bolo me dio la excusa para escuchar más en profundidad su último disco, Waiting for so Long, y apreciar matices en los que no me había fijado anteriormente, como por ejemplo que debajo de la más evidente capa stoner la voz de Aitor tiene algo que me recuerda a los Alice in Chains más macarras. Fue un buen inicio para la jornada memorable que teníamos por delante.
Imperial Jade eran para mi el hype de la noche. Hace un tiempo iban a visitar el Black Bird (aunque si no recuerdo mal finalmente se suspendió), y su manager me contactó de antemano para pasarme su primer disco Please Welcome Imperial Jade, con el que estoy flipando desde entonces. Aun no nos ha coincidido hacerles hueco en la radio para una entrevista, pero creedme que lo tengo apuntado en rojo en tareas pendientes, e intentaremos que suceda para la salida de su inminente segundo trabajo. Para quien no les haya escuchado puedo decir que se mueven entre el rock setentero rollo Zeppelin con algunos toques de rock sureño. Es espectacular como suenan en directo, y sobre todo la cantidad de temazos de estribillos y solos memorables. No se si lo estoy dejando lo suficientemente claro, si no les has escuchado aún, hazlo!
Siena Root sin embargo fueron mi descubrimiento del cartel de este año, el típico nombre en letras gordas del Vidiago que no me suena de nada y luego lo investigo y alucino. Su disco del año pasado A Dream of Lasting Peace me ha dejado boquiabierto, con un rollo bastante retro, pero sacando la cabeza por encima de las hordas de imitadores de épocas pasadas, todo muy auténtico y sobre todo muy bien tocado y compuesto. Luego me he enterado de que llevan dándole desde los noventa y que se les considera pioneros en esta ola de gusto por el hard rock pretérito. Al verles sobre el escenario dos cosas me dejaron un poco confundido, la primera la ausencia de teclado que en su último disco tiene un papel muy protagonista, y lo segundo ver a una chica a la voz. Preguntando aquí y allá y leyendo hoy en internet me ha quedado claro que el nucleo del grupo es la parte instrumental, pero que el teclista no pudo acudir a la cita por algún motivo que no conseguí averiguar, sin embargo no parece causarles mucho desasosiego ya que se deben tomar cada bolo como una especie de gran jam en el las cosas surgen como surgen, prueba de ello es que la lista de peña que ha colaborado con otros instrumentos u ocupando la voz supera los veinticinco miembros. La voz la puso Lisa Lystam, que también es vocalista de un grupo llamado Lysa Lystam Family Band, y que fue una agradable sorpresa para todos los presentes. Como digo los puntos fuertes del grupo son las improvisaciones en directo y un sonido y actitud muy auténticos que te llevan de cabeza a la máquina del tiempo de la que nos habían hablado Imperial en el concierto anterior.
A Green Desert Water nos les presentaron como una banda que había sacado uno de los mejores vinilos de 2018 en opinión de la organización. Se definen como Heavy Blues, y andan en una galaxia próxima a lo que habíamos vivido a lo largo de la noche, un poco retro. Me llamó la atención la actitud tan directa que tuvieron sobre el escenario, ya que si bien es cierto que no me ha dado tiempo a conectar mucho con su música grabada (escuché el disco por primera vez un par de días antes del bolo), me pareció que sobre las tablas lo defendían con mucho arrojo, dándole fuerza al concepto de power trio y sacando la batería a primerísimo plano, eso sí, entre una nebulosa de humo que hizo la puñeta a los pobres fotógrafos durante toda la primera parte.
Tras su bolo entrábamos en terreno mucho más conocido para nosotros, con dos bandas que han sido protagonistas de sendos aniversarios de Noche de Rock. Morphium presentaban nuevo guitarrista sustituyendo a Kuen que queda en la banda como productor. La nueva hacha viene de la mano de Martín Oller, que se acaba de incorporar a la banda hace escaso mes y medio y que se estrenaba esa noche en directo. La peor consecuencia fue que el bolo fue un pelín más corto de lo previsto, ya que aun andan preparando el reper, pero a cambio tuvimos la habitual brutalidad y energía, además de un sonido impecable. Le notamos cubriendo con mucha solvencia, a pesar de que como le dije allí mismo en una pequeña charla a pie de escenario tenía un papel muy dificil al sustituir a un guitarrista muy particular y con muchísima técnica y particular registro. Según nos contaba Alex, estos bolos extra de la gira de blackout ya van a llegar a su fin y esperan para 2019 tener listo nuevo álbum y gira.
Y para terminar Aathma a quienes no veíamos desde el Kanekas del año pasado, (que por cierto, esta edidicón nos la perdimos, a pesar de su apetecible cartel, porque coincidían las fechas, y con Vidiago nos ahorrabamos un buen puñado de kilometros), desde entonces también han sufrido cambio en la formación y era la primera vez que les veíamos con su nuevo bajista. Al igual que Morphium también están agotando la gira de Avesta y esperan meterse al estudio durante ’19. Como era de esperar hicieron un bolo cojonudo, y consiguieron meter en trance a la parte más valiente del festi que aguantó hasta última hora dándolo todo con ellos. Los gustos son diversos, me encontré conversando con otra peña que no acaba de entrar a su música y le parece demasiado lenta, pero a mi me resultan absolutamente hipnóticos sobre el escenario cada vez que tengo oportunidad de verles, y van unas cuantas.
Como ya sabéis los caminos del Vidiago y de Noche de Rock andan cada vez más entrelazados, no es casualidad, ya que entendemos los eventos de una forma muy similar, primando el respeto hacia las bandas y hacia el público asistente e intentando ofrecer las mejores condiciones para que todo el mundo disfrute. Estoy seguro de que a lo largo del año que viene nos seguiremos cruzando y reforzando lazos que puedan ayudar a que la escena asturiana y la cántabra estén más conectadas.
Texto: Oskar Sánchez