26 Años de apoyo incondicional a la música se dicen pronto. Quizás para muchos es algo anecdótico, pero para muchas personas ha supuesto una presentación de disco, poder actuar en algún sitio al que no tienes acceso por tus propios medios o simplemente un altavoz que le permite mostrar todas tus inquietudes a mucha gente sin haber sido sometido a un filtro.
Hoy era el día de Noche de Rock. Lejos de hacerlo en instalaciones grandilocuentes, con enormes medios técnicos o en una ubicación privilegiada y quizás más accesible para capitalinos con miedo a salir de su zona de confort, Oskar Sánchez (cheriff del cotarro) ha preferido acercarlo precisamente a uno de los epicentros de una problemática que a TODOS nos afecta, la falta de conciertos en la capital del Besaya, Torrelavega. ¿Qué mejor sitio que las instalaciones del Espacio Creativo J.M Illera?. Un lugar que se está convirtiendo en centro de reunión, creación, convivencia y muestrario de música que en otros lugares, aparentemente, pasaría a ser algo molesto.
Si dejamos a un lado estos temas (aunque han de estar siempre presentes), hoy decidí convencer a unos amigos para acercarnos a ver esta fiesta/concierto. Lo primero porque creo que los implicados en la “escena” musical cántabra, debemos devolver en cierto modo el apoyo recibido por Noche de rock, y lo mismo que compramos el boleto para una cesta de navidad o vamos a una boda aunque aborrezcamos a los contrayentes… esto tendría que ser un “must” en toda regla… pero si nos ceñimos a lo musical, tenemos ante nuestros ojos un show de hardrock que difícilmente puede defraudarnos.
Empezaré por el final de la velada y os adelanto que una de mis satisfacciones ahora mismo que estoy redactando esto con un copazo de whisky y unas cookies de chocolate (os recomiendo la combinación), es que a los que han venido conmigo en mi coche, les he dejado en sus respectivas casas con una sonrisa de oreja a oreja y no han parado en todo el camino de vuelta en comentar lo bien que lo han pasado y lo mucho que les han sorprendido las bandas y el ambiente. Creo no equivocarme si aseguro que para todos las expectativas se han visto superadas con creces.
La primera banda en salir con puntualidad absoluta fueron los locales THE NORTHEN ROCKET. Si sueles ser los que van a ver conciertos es raro que no te suena la jeta de los integrantes de esta banda. De hecho yo tenía un guirigay curioso en mi mente y no sabía bien ubicarles… me sonaban de King Size Co., Electro L, La Burla… vamos, lo mejor de cada casa.
Si comparamos (aunque esté feo) mi primera impresión con bandas anteriores o en las que se comparten integrantes, he de decir que me han sorprendido por su variedad (sujeta a un estilo). Veo a una banda más fluida, con temas mucho más trabajados y menos sujetos en estructuras. Sobre todo sacando un jugo extraordinario al duelo de guitarras, porque…joder!, nada más empezar nos han pegado una buena patada en la boca con un dueto guitarril al más estilo Thin Lizzy y temas después se han sumergido en la parte más lenta y psicodélica del hard rock setentero. Y es que señores, todo sonaba en su sitio. THE NORTHEN ROCKET transmiten el mismo sentimiento que los Guns and roses en sus inicios, un híbrido perfecto que va desde unos AC/DC a unos Rolling-zeppelianos macarras.
Sin apenas descanso para hidratarnos llegaba el turno de DRUNKEN BUDDHA. Os diré que hace apenas unos meses tuve la oportunidad de compartir escenario con ellos de forma anecdótica ya que no tocaba con alguna de mis bandas “regulares”. Era un concurso de esos que te dicen que si ganas vas a “nosedonde” a tocar. Al escuchar la primera somanta de notas de DRUNKEN BUDDHA les dije a todos los que tocábamos ese día “olvidaros colegas, ESTO sí que es una banda que suena”.
Y es que, si obviamos la calidad de sus instrumentistas, el sonidazo, la actitud y presencia sobre el escenario… son el claro ejemplo de que puedes hacer música setentera con personalidad y ESO transmite más que todos los fuegos artificiales del mundo. La definición musical de los asturianos es una mezcla de Deep Purple, Coverdale, Free o algún riff a lo Sabbath/Ozzy. Vamos que si lo vives como yo… has hecho la EGB por lo menos.
Pero no os quedéis en que son una banda “con sonido a”, porque sus temas transmiten mucho más. Por una lado la exquisita e inteligente utilización de un órgano hammond en sus temas (no es un chapa, entra cuando debe, adorna lo justo y llena más que mil cachopos), y otra la parte más metálica de sus guitarras, teniendo cierto regustillo a amigo Zakk de Black Label Society/Ozzy o Jon Sykes, sin perderse en la esencia setentera.
Su frontman es un frontman de los de antes. Un David Coverdale cachondo, con acento asturiano y con dos cojones. Si, da gusto verlo sobre un escenario y es una parte fundamental de la banda, pero también sabe como apartarse y no ser el centro de atención cuando la parte instrumental lo demanda.
Desde la pesadez metalizada de “Sea of madness” nada más empezar el bolo hasta la preciosa intro de “Back Where I Belong” o final apoteósico con versión de Purple incluido, percibes que es uno de esos días que dices… “ha merecido la pena”.
Lo siento por los que no estuvisteis.
Texto: Kini
Fotos: Maya C. Cañestro
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