VENGO DE UNA MISA NEGRA: Desde el principio de los tiempos el equinocio de primavera se ha festejado con bacanales; nosotros hicimos lo posible por celebrar la vida junto a Ghost y Zombi en la Santana 27 de Bilbao.
Este año los reyes magos hicieron este año de mensajeros de Lucifer y me dejaron un par de entradas para Ghost, ¡Qué bonita la navidad! Recuerdo que cuando salió “Opus Eponymus” fue una verdadera explosión en el foro de las que ya rara vez suceden, con tanta gente emocionada con ellos como echándoseles encima. Sin duda nosotros nos alineamos con los que piensan que son de lo más interesante que ha sucedido en lo que llevamos de década… o al menos de lo más divertido.
El concierto de Bilbao se había trasladado a la Santana 27, suponemos que por que la venta de entradas no había ido tan bien como los promotores habían previsto. Se puede ser un servidor del diablo y a la vez un ciudadano bastante cívico, por lo que parece, así que tras formar parte de una ordenada fila de acceso llegamos al interior del recinto para comprobar que realmente tampoco la Santana había cubierto todo su aforo. Nos alegramos por poder verlo cómodamente pero nos dio pena pensar que, visto el poder de convocatoria, seguramente nos esquiven en su próxima gira, como ya hicieron en la anterior.
Los teloneros fueron Zombi, un duo de Pennsylvania formado por Steve Moore a los sintetizadores y el bajo y Anthony Paterra a la batería. Su música tiene tintes de Kraut-space-rock y nos recordó por momentos a Alan Parson, al Vangelis más oscuro, a Ozric Tentacles e incluso a los patrios Azul y Negro. Aunque para ser sinceros también alguien cerca de donde yo estaba dijo que le sonaba a música para hacer Spinning. Tuvieron una respuesta un poco desigual entre el público, se veía aquí y allá a alguna gente muy emocionada con su música pero bastante otra respondió con un poco de pasividad. En la charla posterior todos coincidimos en que la propuesta era en realidad muy interesante, pero que nos había pillado un poco fuera de juego como teloneros de los suecos, en parte por su espartana puesta en escena en comparación. Su álbum “Shape Shift” publicado por Relapse es muy recomendable y la verdad es que tras la sorpresa inicial les estoy pillando bastante el gusto ahora en casa, con lo que me alegro de haberles descubierto anoche.
Una vez que los monaguillos dispusieron el templo para la llegada del Eminentísimo y Reverendísimo Emerito III y su séquito de demonios innombrables, comenzó a sonar el “Masked Ball” de mi adorada Jocelyn Pook como introducción a medida. Para mi era la primera vez, algunos de mis acompañantes les habían visto ya en giras anteriores, pero todos coincidimos en que Ghost en directo es un espectáculo difícil de igualar. La sensación es extraña. No son una banda como el resto. En el fondo no nos importa demasiado quién hay detrás de la máscara, no nos importa quién interprete al personaje, nos importa el personaje en si. Nos importa la ingente cantidad de buenas canciones que han conseguido parir en solo tres discos. No tenemos claro hasta que punto se les puede considerar una banda de rock metal o una producción mainstream, no tenemos claro que artes oscuras han utilizado para ponerse en boca de todo el mundo en tan poco tiempo y curiosamente nos la trae bastante al pairo. Su teatralidad es en realidad bastante sencilla, no se basan en grandes efectos si no en una buena puesta en escena y unos detalles muy cuidados. El sonido es sencillamente apabullante, no son una banda de rock crudo en la que lo que ves es lo que hay, es cierto, todo es un poco de cartón piedra, de fondo pintado de película de terror clásica, de halloween de bazar, pero funciona a la perfección y ofrecen justo lo que prometen. Al finalizar el bolo Emeritus nos preguntó si éramos más felices que un par de horas antes y la respuesta fue un clamor afirmativo. Satanismo puede significar muchas cosas, pero en general se resumen en anteponer los placeres de la tierra a la promesa de una vida eterna. En ese aspecto lo ofrecido fue pura y dura comunión.
Crónica por Oskar Sánchez, fotos por Oskar Sánchez.